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Dietas Hipocalóricas

Las grasas (aceites, embutidos, quesos curados…) e hidratos de carbono (patatas, pan, pasta, fruta, pastelería, bollería…) son los nutrientes especializados en energía; mientras que las proteínas (carne magra, pescado, huevos, lácteos descremados…) están más destinadas a la reparación celular. Las hortalizas, por su parte, proporcionan minerales, fibra, vitaminas, antioxidantes y agua al organismo.

Las dietas hipocalóricas son las destinadas a reducir calorías y, por tanto, a perder peso. La proporción de alimentos energéticos (alimentos grasos y ricos en hidratos de carbono) debe ser disminuida hasta un 20% y 40% respectivamente, ocupando el resto del menú con vegetales y proteínas animales y vegetales.


Tras evaluar el metabolismo y las necesidades de cada paciente, nuestra doctora establece una serie de menús que no pueden sobrepasar la cantidad previamente determinada de calorías. El objetivo principal es que el organismo de cada paciente adquiera la energía que necesita de la grasa corporal.

 

El exceso de grasa corporal aumenta el riesgo de presión sanguínea elevada, enfermedades cardíacas y vasculares, derrames cerebrales y diabetes. Una pérdida del 10% de un peso inicial libera a caderas, rodillas y columna en un 40% de sobrecarga y de un 30% de sobreesfuerzo cardíaco.

 

La mejor dieta hipocalórica es la que ayuda a perder peso progresivamente y sin que implique sacrificio. Tras lograrlo y para mantener el peso alcanzado es necesario disminuir el consumo de  los alimentos más ricos en calorías como son la bollería, embutidos, quesos curados, aceites y frituras, así como las bebidas alcohólicas; compensándolos con un ejercicio físico adecuado, que conduzca a un peso saludable y su mantenimiento.